La leyenda de “El flautista de Hamelin” cuenta que en 1284 la ciudad de Hamelín estaba infestada de ratas. Un día apareció un desconocido ofreciendo sus servicios a los habitantes del pueblo. A cambio de una recompensa, él les libraría de todas las ratas, a lo que los aldeanos se comprometieron. Entonces el desconocido flautista empezó a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y empezaron a caminar hacia donde la música sonaba. Una vez que todas las ratas estuvieron reunidas en torno al flautista, éste empezó a caminar y todas las ratas le siguieron al sonido de la música. El flautista se dirigió hacia el río Weser y las ratas, que iban tras él, perecieron ahogadas.
Ahora en 2014, y bajo la premisa de que un pequeño genio coder creó el sistema de compresión de archivos más poderoso del mercado, comienza una historia sobre la amistad, sobre el sueño de Richard Hendricks por crear la start-up Pied Piper (“El flautista de Hamelin”) y quitarle una parte del pastel a las grandes y ya conocidas. El algoritmo que utiliza llama la atención de dos gurús tecnológicos que intentan hacerse con él, uno le ofrece 10 millones a cambio de la idea y el otro le propone entrar como accionista en el proyecto. El problema es que Richard no tiene ni idea de cómo funciona el mundo más allá de la pantalla de su computador.
Estos cuatro amigos, más un geek asesor de finanzas, hacen muy creíble la historia. La forma cómo desenmascaran la cultura de esa zona del mundo es sencilla, aplicando el mejor estilo de su creador: el humor negro.
Este contexto sirve para enmarcar que Silicon Valley es el proyecto televisivo de Mike Judge, producido para HBO y que ha resultado bastante cómica y muy ceñida a la realidad de esa zona en la que se gestan los más grandes desarrollos tecnológicos del mundo.
El mérito es de las actuaciones, donde cada uno interpreta con acierto una especie de estereotipo del mundo actual de los negocios y las tecnologías. Christopher Evan Welch quien murió hace unos cuantos años, se lleva un aplauso especial. Encarna a Peter Gregory, el billonario que logra convencer a Richard de participar como accionista de su emprendimiento.
Pero adicional, hay una constante de discursos vacíos en los que se habla de productos que lo que en realidad quieren es simplemente“hacer del mundo un lugar mejor”. Y esos discursos podrían incluso pasar sin llamar la atención de lo mucho que los hemos oído. Pensar en Steve Jobs diciendo que Apple cambia el mundo o en Mark Zuckerberg diciendo que su único objetivo en la vida es “conectar a todo el mundo” es inevitable.
La banda sonora de Silicon Valley es muy del estilo de Judge, llena de sonidos que van entre el rock y electro rock.
La primera temporada termina a los ocho capítulos. Ya se anunció la producción de una segunda, seguramente con más aventuras de estos geeks que sin mayores pretensiones, se han robado parte del show de una franja televisiva que cada vez tiene más dueños.
